domingo, 20 de noviembre de 2011

gustavo piñero | córdoba, 1973

cabeza de chicle



 
Suele suceder a menudo que en el título de un relato se encuentra la síntesis de toda la historia, incluso la revelación del misterio. La historia que nos cuenta Gustavo Piñero se desglosa en pequeñas crónicas cotidianas. La revelación en escenas de lo que el artista observa del mundo real se transfigura en un minucioso inventario de objetos, dibujos y pinturas. Pequeñas piezas policromadas, dibujos de trazo firme y grueso, cuerpos sintéticos sobre un trapo de piso, develan la intención de Piñero de trabajar en un campo de pruebas. El artista se abre sin tapujos al juego de posibilidades que le depara su incuestionable maestría técnica y el intento por aquietar la belleza en búsqueda del lado oculto de la realidad. Sus obras adquieren un carácter hipnótico dado por la transparencia de lo cotidiano, al mismo tiempo que la apelación al misterio, en donde lo real y lo irreal se hacen indiscernibles. En el bestiario de Piñero, el lobo del hombre se corta a sí mismo en dos mitades, la mujer aparece una vez más con su halo de calma, la flor exhalando extrañeza en su colorido, y la estrella sostiene en sus cinco puntas afiladas personajes de múltiples rostros. Todas las piezas brillan en el mismo escenario y todas ocultan en su belleza el contenido de lo perturbador. En sus famosos epigramas Oscar Wilde decía: “Estamos todos en las vísceras y la putrefacción, sin embargo algunos de nosotros elegimos mirar a las estrellas”. Gustavo Piñero pareciera dispuesto a caminar su sendero infinito en el fango de las miserias, pero con los ojos firmes en las constelaciones del cielo, buscando sin cansancio el titilar de las luces en las estrellas.

Luz Novillo Corbalán 
a propósito de la muestra "Los hijos de las estrellas"





suicidal ice cream











hombre 011



más sobre gustavo en: http://www.mapadelasartes.com/artistas/gustavopinero
 

viernes, 11 de noviembre de 2011

maría luque | rosario, 1983

maría dibuja, pinta, hace videos, proyectos sumamente amigables, es gestora cultural y hace unos brownies que son lo más.







un día que éramos un montón. intervensión en espacio wip 10m x  1,20m


texto para un día que éramos un montón

‘i am he as you are he as you are me and we are all together.’
(‘i am the walrus’, the beatles)

estamos aquí ante el registro pictórico de un instante fotográfico.
en este inmenso abrazo, gesto máximo al que puede llegar el amor puro y verdadero, comprendemos que quien abraza a ese abrazo es el fotógrafo, en su mínimo gesto de ‘clic!’ abraza a todos los retratados en pictórico registro.

hay un amor puro y verdadero en las manos de maría. lía un cigarrillo o enarbola un pincel y sus manos dan puro amor. sus movimientos, el cuidado. cuando pinta, el amor por el color y por las herramientas es notorio. les utiliza con cariño, formatos y materiales son utilizados con respeto. respeto y audacia. por ejemplo ‘yo y mi otro yo’ es una obra certera y audaz: pintar dos autorretratos en la misma obra es un gesto de audacia absoluto, un gesto de amor certero.
veladamente, maría introduce obras propias dentro de su propia obra: en las remeras que lucen los retratados. en ellas podemos apreciar el pulpo, la pava maceta, los ojos paranoicos, los textos.
en la simpleza de su línea y en el uso claro del color maría se encuentra.
los retratos de sus amigos o los ‘rockeros de bolsillo’ muestran una síntesis, casi gestos apenas esbozados que permiten leer la total magnitud de su obra.
la particular manera de redactar los títulos de sus obras exhibe una poética propia que acompasa la línea simpática demaría. simpatía por los dibujos, simpatía para con la pintura. simpatía por todos nosotros, sus retratados. el desarrollo de los dibujos es notorio en la firme presencia que éstos tienen en facebook, tomado ya por maría como magazine sin papel, rápida vitrina en la cual colgar su caudalosa obra. en ese espacio de lo virtual, en donde abundan la banalidad, la genialidad, la información recortada, la autoexhibición de los sentimientos, la crónica climática, la información útil, la propaganda cultural, la estupidez y el desamor, maría logra alegrar un poco la vida ajena. logra trivializar un poco lo serio, trivializar en el sentido de simplificar, de hacer más amable algo, encuentra allí, al fin, la paciente felicidad del dibujante.

ah! casi olvido: ‘i am the eggman, they are the eggmen – i am the walrus!
GOO GOO GOO JOOB!

julio césar quinteros para espaciom WIP, junio 2011







una chica con mucho adorno




unos lobos que estaban charlando






"una de las cosas que más me divierte es poner los títulos a las obras. cuanto más tontos, mejor"
m. luque




no es que las estemos señalando, chicas


todos fantasmas





para ver obra de maría, http://www.flickr.com/photos/marialange/ / http://vimeo.com/marialuque

algunos de los millones de proyectos en los que anda esta niña:




martes, 8 de noviembre de 2011

juan der hairabedian | córdoba, 1971

 montañas de café (2005 - 2007)
Pequeños monumentos/Montañas de café
Mastaba construida colectivamente en el espacio urbano amontonando vasitos usados en ceremonias de lectura del futuro.




sospechoso I (2008 - 2009)


Cuenta Juan: "En 2008 me dejé crecer los bigotes durante dos meses preparando de ese modo mi rostro para una performance que nunca hice. Durante ese tiempo muchas personas reaccionaron a mi transformación. La verdulera, algunos de mis alumnos, compañeros de trabajo y de otras actividades, una sobrina, mi hijo, varios amigos, entre otros conocidos y familiares, hicieron comentarios que anoté uno a uno. Mi rostro difuso y con bigotes es la imagen. Sus comentarios, procesados por ordenador, son el sonido."

Sospechoso I
Video instalación
Blanco y negro. Mono. 1min. 17sec. Loop
Dimensiones variables

2008-2009

accedé al video por acá: http://vimeo.com/27755033



sospechoso II (2008 - 2010)
Dice el artista: "Conjunto de retratos de mi rostro realizados a partir de descripciones hechas por personas de mi entorno más o menos inmediato ante una dibujante especialista en análisis criminal."



+ bonus track!!

Pitza a la Mia
¿Te lavaste las manos? Bien, entonces primero prendé el horno y después agarrá ese bol de plástico transparente, sí, ese que está ahí debajo de la mesada, ese que tiene florcitas y frutitas en altorrelieve. Bueno, echale Harina Leudante Blancaflor, hasta que se te hace más o menos como una montañita.Con tu dedo índice apuntá, en posición vertical hacia abajo, al centro de la montañita, es decir, apuntá a la cumbre misma.
Introducí el dedo en el centro de la cumbre y mové el dedo en sentido circular en un diámetro de aprox. 5 cm., hacia el lado de las agujas del reloj si sos derecho, y en sentido contrario a las agujas del reloj si sos zurdo. Digo zurdo, físicamente...
Si sos ambidiestro da lo mismo.
Viste, quedó como un cráter, un volcán de harina. 

Ahí en la boca del volcán, hechale aceite casi hasta el tope, pero que no rebalse. Dejá la botella de aceite en la mesada así podés seguir trabajando.
Ahora cuidadosamente vas a ir hechando la harina de la ladera de la montañita hacia el centro, como si quisieras tapar el cráter lleno de aceite pero sin que se te rompa la montañita. Vas hechando de un lado, del otro, del otro y del otro también. Siempre cuidando que no se te rompa la montañita. Sería más o menos como cuando los albañiles hacen la mezcla, viste. Pero, (siempre hay un pero) ¿hasta cuando puede aguantar la montañita sin romperse? Obvio, hasta que se rompe. Y cuando se rompe, se rompió. Entonces ahí le entrás a dar con toda, para acá y para allá con los dedos, cuidando que toda la harina quede impregnada del aceite y cuidando que no queden grumos.
Después, o te vas al lado de la canilla de la pileta de la cocina o te llevás un vaso de agua a la mesada; hacelo como más te guste, no te sientas inhibido, en definitiva vos estás haciendo la pizza y tenés derecho a trabajar cómodo/a. Hechá chorritos no tan chiquitos de agua. Mezclá con la punta de los dedos. Nunca amases. Hechá otro chorrito. Mezclá. Hechá otro chorrito. Mezclá. Hechá otro chorrito. Mezclá. Hechá otro chorrito. Mezclá... Hasta que la masa esté apenas chiclosa, al punto que se te pega en los dedos. Si, si. Ya sé. No te gusta que la masa se te pegotée en los dedos. Paciencia. Acordate cuando cursabas Técnicas y Materiales de Escultura y sacabas arcilla de ese tacho común que era un chiquero. Ves, te das cuenta. La puta, siempre pasa lo mismo. Los dedos están todos enchastrados de masa, pegajosos y te olvidaste de sacar la pizera y hechar el chorro de aceite y moverla hasta que cubra el fondo. Bueno, dejá de putear, lavate las manos, secate y hacelo. Después hechate un poco de harina en la palma de ambas manos, ¿para qué?, para que no se te pegotée de nuevo la masa. Tomá la masa sobre la palma de una mano y con la otra mano ahuecada palmeá el bollo de masa como si le estuvieras dando confianza. Una vez que entró en confianza, aplastala entre las manos un poco y echala dentro de la pizera. Seguí aplastando y estirándola con los dedos, despacio, que no se rompa. Si se te rompe parchala. Y seguí estirándola. LLevala hasta el borde. Hasta donde no tenga donde ir. Zácate!, metelo al horno. Hay, ves. Otra vez. La puta. Te olvidaste ponerle sal a la harina. Es lo primero que tenés que hacer. La próxima vez no te olvides. (No sé para qué te digo esto si siempre hacés lo mismo). Pasemos a la salsa. Poné una cebolla de mediana a grande sobre la mesada. Llená un vaso con agua. Tomá el agua pero sin tragártelo, es decir llenate la boca de agua, pero bien llena. A ver si me entendiste: tenés que tener la boca completamente llena de agua en todas sus partes e intersticios, absolútamente llena, inflada de llena, de modo tal que el agua allí contenida ejerza una presión sobre las paredes de la cavidad bucal. ¿Tá claro?
Es un poquito incómodo pero vas a ver que ahora, que tenes que cortar la cebolla, no te van a picar los ojos.
Pelá la cebolla y cortala en trocitos >= 5 mm2 y <= 8 mm2 de superficie.
Cuando terminaste de picar la cebolla, escupí el agua en la pileta de la cocina, si hay otra gente en el lugar, escupí lo mismo pero con un poquito más de delicadeza y discreción. Mové la boca, sacá la lengua y gesticulá así se te relajan los músculos de la cara. Abrite una lata de Tomates Perita Enteros, usá poco más de la mitad del contenido de la lata. Picalo y/o licualo.
El tomate que te sobre sin picar y/o licuar metelo en la heladera dentro de un taper con un chorrito de aceite para que se te conserve. Prendé la hornalla de la cocina, poné la sartén a fuego medio, hechale aceite, cuando el aceite esté caliente hechale la cebolla picada. Sentí el chsssssss. Revolvé. Con cuchara de madera, mejor. Hechale un poco de sal y de orégano.
Sentí como se potencian los aromas.
Revolvé para que se te rehogue pareja la cebolla.
Cuando se te esté poniendo semi transparente y brillante, ahí nomás hechale el tomate picado y/o licuado.
Sentí nuevamente el chsssssss, esta vez un poco más prolongado.
Revolvé y revolvé.
Al ratito probalo a ver si le falta sal, seguro que si.
Hechale sal. Revolvé.
Controlá la masa en el horno. Si está hecha del lado de abajo, sacala del horno, dala vuelta en la pizera y metela un ratito para que apenas apure ese otro lado. Mientras, andá sacando el queso cremoso de oferta que tenés en la heladera y traé otra cebolla a la mesada. Revolvé la salsa que está en el fuego.
Cortá el queso en lonjas.
Revolvé la salsa.
Cortá más queso.
Revolvé.
Pelá la cebolla.
No hagas todo ese lío del agua en la boca porque no tenés tiempo.
Corta la cebolla perpendicularmente a su eje central en fetas tan, pero tan, pero tan finitas que se te desarman de tan finitas y transparentes que son. Te tienen que quedar anillos de cebolla superfinitos.
Ayudate. Usá el dedo índice de la mano con que sostenés la cebolla, como si fuera una guía de corte, pero concentrate y evitá un accidente.
Apagá la hornalla de la salsa.
Sacá la pizera del horno. Hechá y esparcí la salsa sobre el lado cocido de la masa. Al lado de abajo seguro que le falta un poco de cocción.
Dejá un margen de aprox. 1,5 cm sin cubrir con salsa en todo el perímetro. Distribuí generosa y uniformemente el queso sobre la pizza in progress.
Separá y arrojá totalmente al azar los anillos superfinitos de cebolla que acabás de cortar.
Controlá el azar, y fijate que los anillos superfinitos de cebolla que acabás de arrojar al azar estén más o menos parejamente distribuidos sobre la superficie en cuestión. Héchale orégano a gusto, y una pisquilla de ají molido.
Así, y como está, mandala al horno hasta que se derrita el queso, en ese interín se te tiene que terminar de cocinar el lado de abajo de la masa.
Alguna vez, de todas las veces que hagas esta pizza, podés hecharle a la mitad un poco de huevo duro en trocitos.
No creo necesario a esta altura del asunto, explicarte como hacer un huevo duro ¿no? Cuando esté lista, disfrutala con tus seres queridos y pormenorizá con falsa modestia los elogios de estos.
Es más, criticala un poco. Finalmente, si esta pizza te parece un poco demasiado... tonta, ... común... etc., hacé esta otra que yo no la hice nunca pero mi tía la hace y es... como te puedo decir... no sé, digamos... espectacular. Adémás tiene la particularidad que no lleva pan.

Pizza a la cebolla
Cortar ¾ Kg de cebolla en rodajas a la "Juliana" saltear hasta que esté transparente y brillante, agregar salpimienta y 1 cucharadita de azúcar y rociar con aceite y terminar de cocinar. Batir 2 huevos con ½ taza de lechemás una taza de queso rallado, mezclar con la cebolla. Agregar 150 grs. deharina con 2 cucharaditas de Royal. Poner en una asadera bien grande aceitada y cocinar en horno caliente hasta que la masa esté dorada. Sacar del horno un ratito antes, cubrir con queso frescooréganoají molido, y rociar con aceite e introducir al horno nuevamente hasta que se derrita el queso.


Juan Der  Hairabedian

jueves, 3 de noviembre de 2011

max cachimba | rosario, 1969










Nace en Rosario, Argentina, en 1969. Se forma como dibujante de comic e ilustrador para prensa y libros.
Colabora en revistas nacionales y extranjeras. Entre ellas se hallan: Risario, Dolor de ojo (Rosario); Fierro, Lápiz japonés, Los ickorruptibles (Buenos Aires); Qué suerte (Madrid). Trabajó también para el diario La Capital, de Rosario.
En forma simultánea, realiza cortos de animación, junto con los integrantes de El Sótano Cartoons (Rosario), e integra la banda musical “Ernesto y su Conjunto”.
Su producción se inscribe en la década del ochenta. Momento en el que se restablece la democracia en el país. Hecho que trae aparejado, la aparición de nuevas revistas, fanzines, lugares de exposición y de una joven generación que, desde el discurso gráfico, desarrolla renovaciones en el lenguaje.
Hacia 1984, Max Cachimba gana el concurso de nuevos talentos en la revista Fierro. A posteriori, construye sus dibujos a partir de modos diversos. En una retrospectiva realizada en el año 2001 se señala:
“Durante estos años, en los que Juan Pablo cambió su nombre por el de Max Cachimba, se encontraron en sus trabajos como sobre una mesa de cirujano decenas de estilos, de estéticas. Hay historias repletas de objetos poblando cada rincón y que sin embargo no pierden por un instante esa desolación de ciudad vacía, de caminar perdido por el desierto. Hay historias que narran emociones con densidad barroca y otras que son un juego permanente, un chisporroteo de absurdos encontrados, acción permanente llevando a ningún lado. No en vano recibe el nombre de “Rompecabezas” el tono que recopila el trabajo de esos años”. (1)   
Desde el año 2000 realiza pinturas figurativas, que presenta como pequeños objetos pictóricos. Con ellas representa escenas anecdóticas, dotadas de un clima onírico y teatral. La ascensión (2002) forma parte de esta producción. Con un marco antiguo y pequeño, realza la figura representativa de un pollo desprovisto de sus plumas y decapitado. En este caso, Cachimba emplea la dosis de humor característica de sus historietas en otro tipo de narrativa que, en función de la ironía, lo lleva a retomar ciertos parámetros del arte tradicional materializados en el enmarcado de una figura trivial.
Realizó las siguientes exposiciones individuales: “Consumo Pescado”, Centro Cultural Bernardino Rivadavia (Rosario, 1992); “Agítese antes de usar”, Centro Cultural Recoleta (Buenos Aires, 1993); “La q e la p que vuelve de paseo”, Centro Cultural Recoleta (Buenos Aires, 1998); “Le Porco Monde”, Krass Artes Plásticas (Rosario, 2000).
Participó en muestras colectivas en Rosario y Buenos Aires.
Actualmente, vive y trabaja en Rosario.


texto extraído del sitio del museo de arte contemporáneo de rosario

martes, 1 de noviembre de 2011

pablo peisino | córdoba, 1975













El artista cordobés Pablo Peisino trabaja como portero en un garage privado. Lo bueno es que por allí abajo tiene un espacio pequeño de unos 2×3 metros que le sirve de atelier. En su tiempo libre, se lo encuentra ahí sentado, cosiendo objetos. Últimamente, la mayoría son huesos. Hay una montaña enorme de estos huesos en el piso de la galería de arte Elsi de Río en Palermo Hollywood, que el 8 de marzo inauguró la temporada 2006 con la muestra “Mutantópolis” de Pablo Peisino. Hay huesos más grandes, y huesos más chicos, casi todos grises. Parecen suaves como peluches —y tan macabros como una fosa común.
Las otras esculturas blandas de Peisino son igual de explosivas. Por ejemplo un pie, cortado por arriba del tobillo, que está parado al lado del zócalo. La superficie de arriba está cubierta con tela roja. No es nada dulce, tampoco, un muñeco de un metro y medio, colgado en la pared, que se destaca por una trompa tipo máscara de gas. Con sus esculturas, Peisino crea un campo de tensión entre el material suave que invita a tocarlo, y los objetos medio patéticos, medio terroríficos hechos con este material. Lo que perturba es que no se trata de la conocida tensión forma-contenido, sino una rara tensión forma-forma.
Además de su trabajo de portero, el artista trabaja en una librería de comics de Córdoba. Es este género el que influye más en sus dibujos, que completan la muestra. Con toda intención, Peisino emplea un estilo torpe que da un aire tierno a los contenidos pesimistas: luchadores en un futuro apocalíptico, un pianista que toca su último concierto frente al ocaso, un chico y un perro al lado de una montaña de huesos, una araña que se acerca a su víctima enredada sin remedio para comérsela. Otra vez crea una tensión que sacude al espectador.
La obra de Peisino es oscura y a la vez prosaica, no es una llamada a cambiar el mundo antes de que sea demasiado tarde, sino una certeza estoica de que ya no hay nada que hacer al respecto. Y aunque los trabajos del artista poseen humor, no está haciendo ningún chiste. Sin embargo, se detecta una pizca de esperanza en la elección de los materiales y métodos: la suavidad de las telas en las esculturas y la ligera torpeza de los trazos en los dibujos podrían significar algo de fe en un margen de acción en el aquí y ahora.

(el texto fue publicado a propósti de una muestra de pablo, mutantópolis, en elsi del río en 2006).